Paula
sentía que la seguían, no era la primera vez, le pasaba muy a menudo y eso le asustaba.
Hacía un
díamuy bueno y decidió sentarse
en el banco de un parque. Al rato, se acercó un chico de aspecto
simpático.
-¿Puedo sentarme?- Le preguntó con una sonrisa.
-Claro, si yo ya me voy.- Contestó ella recogiendo sus cosas.
-No hace falta que te vayas.- Contestó con seguridad.- Quédate.
Paula dejó
sus cosas, nunca supo exactamente por qué. Pasaron un buen rato hablando, y le
pareció un buen chico. Al fin, Paula se tenía que ir. Recogió sus cosas de
nuevo y se levantó.
- ¿Qué haces?- Le preguntó mirándola fijamente.- ¿A dónde vas?
-A mi casa.- Contestó Paula levantando los hombros.- Es tarde, tengo
cosas que hacer, me ha encantado conocerte. Adiós.
- Déjame invitarte a un café por lo menos.- Repuso Erick levantándose de
golpe- No me lo niegues.
- Está bien, vamos.- Dijo ella.- Hay una cafetería cerca de aquí.
-No, yo conozco una mejor.-Dijo él.- No queda lejos.
Se levantaron y se fueron. Llegaron a un local cerrado y abandonado, aquel sitio no era una cafetería. Erik Empujó la puerta vieja y oxidada, entró y encendió la luz.
-¿Qué es este sitio?- Preguntó Paula.- No parece una cafetería activa.
- Es mi palacio.-Dijo él mientras sonreía.- Y tú serás mi princesa.
Paula no entendió lo que pasaba. Se sentía asustada, miraba a las paredes, grises y enladrilladas. Erick avanzó hacía ella y la tiró sobre un camastro que había ahí.
- Te quedarás conmigo y no te irás.- Dijo con seguridad y a la vez miedo.
Desde entonces, Paula intentó huir en muchas ocasiones pero no lo consiguió nunca. Cada noche Erick la visitaba, ponía música y bailaba con su cadáver.
Se levantaron y se fueron. Llegaron a un local cerrado y abandonado, aquel sitio no era una cafetería. Erik Empujó la puerta vieja y oxidada, entró y encendió la luz.
-¿Qué es este sitio?- Preguntó Paula.- No parece una cafetería activa.
- Es mi palacio.-Dijo él mientras sonreía.- Y tú serás mi princesa.
Paula no entendió lo que pasaba. Se sentía asustada, miraba a las paredes, grises y enladrilladas. Erick avanzó hacía ella y la tiró sobre un camastro que había ahí.
- Te quedarás conmigo y no te irás.- Dijo con seguridad y a la vez miedo.
Desde entonces, Paula intentó huir en muchas ocasiones pero no lo consiguió nunca. Cada noche Erick la visitaba, ponía música y bailaba con su cadáver.
Una noche
salió a buscar una nueva pareja de baile.
Fin.
Fin.
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